Los inversores a largo plazo son aquellos que se fijan objetivos a largo plazo, estructurando sus carteras de tal manera que sus inversiones sólo den fruto tras periodos prolongados. Esta estrategia implica no dejarse influir por las fluctuaciones temporales del mercado, que a menudo llevan a muchos inversores a reaccionar por impulso y cambiar su cartera de inversiones.
Una estrategia de inversión a largo plazo tiende a preferir las inversiones en empresas sólidas, es decir, orientadas a producir valor (también en bolsa) a largo plazo. Al tener como objetivo la plusvalía, es decir, el rendimiento de las inversiones a través de la apreciación de su valor, se trata de una estrategia opuesta al trading (que basa sus ganancias precisamente en los movimientos intradía de los precios de los valores financieros).
Sin embargo, este tipo de inversor no está exento de correr ciertos riesgos. En primer lugar, existe el riesgo de liquidez, en el sentido de que retirar prematuramente las sumas ingresadas puede acarrear importantes pérdidas de capital ("minusvalía"); ésta es la razón por la que muchos expertos recomiendan, en primer lugar, constituir un fondo de dinero extremadamente líquido al que se pueda recurrir en caso de necesidad. Otro riesgo que es imprescindible mencionar es el de las fluctuaciones de precios que también pueden sufrir a largo plazo los valores adquiridos y provocar importantes pérdidas de capital.
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