Inversiones alternativas: riesgos y beneficios

[ ATRÁS ]

Inversiones alternativas: riesgos y beneficios

Según leemos en CFA Institute, la distinción entre inversiones tradicionales y alternativas sólo sirve para distinguir los típicos instrumentos de inversión que cotizan en bolsa, como acciones, bonos, ETFs, fondos, etc., y las otras formas de inversión, presentes en los mercados alternativos y que son todo menos nuevas; en este sentido, basta pensar en el caso de la compra física de metales preciosos como el oro. Como conviene aclarar inicialmente, se trata de inversiones reservadas casi exclusivamente a los inversores institucionales o a los poseedores de grandes patrimonios, debido a ciertas características específicas de estos activos, como su escasa liquidez, sus elevados costes de gestión y de acceso, etc. Dentro de las carteras de inversión de los profesionales y de los particulares con grandes patrimonios, estas inversiones suelen desempeñar un papel de diversificación. Su complejidad las convierte, de hecho, en dominio casi exclusivo de la gestión activa.

¿Qué son las inversiones alternativas?

Las inversiones alternativas están presentes en mercados no regulados o menos regulados que los mercados tradicionales (como las acciones y los bonos). Incluyen una amplia gama de activos, como bienes inmuebles, fondos de cobertura, capital riesgo o capital privado, materias primas e incluso arte, licores y objetos de colección. La característica distintiva de estas inversiones es su baja correlación con los mercados financieros tradicionales, lo que las hace atractivas para quienes buscan diversificar su cartera y reducir los riesgos asociados a los mercados tradicionales.

Los principales activos de las inversiones alternativas

  • Bienes inmuebles. Se trata de invertir en bienes físicos reales, como terrenos, casas, oficinas, locales comerciales, etc.; de ellos es posible generar un rendimiento a) mediante el alquiler, y b) mediante la compraventa. Casi huelga decir que se trata de inversiones complicadas, que sin duda requieren competencias profesionales específicas o mucho tiempo para dedicarse a ellas (baste pensar en lo que supuso para muchos comprar su primera vivienda o alquilar un inmueble), largos periodos de inversión y atención a la situación del mercado para poder obtener beneficios reales.
  • Fondos de cobertura. También denominados "hedge funds", estos fondos tienen como objetivo obtener altos rendimientos y, por lo tanto, utilizan estrategias de inversión complejas o arriesgadas, como el apalancamiento y el arbitraje; y también hacen uso de productos complejos para los profesionales, como los derivados. También se caracterizan por unas normas diferentes a las de los fondos tradicionales, por lo que no es de extrañar que no estén abiertos a los pequeños inversores y ahorradores.  
  • Capital riesgo. Se denomina así a un conjunto de inversiones vinculadas al capital riesgo, identificable como la constelación de inversiones en empresas que no cotizan en bolsa. Ahora bien, si bien es cierto que, en ciertos casos, estas inversiones prometen rendimientos elevados (al menos en potencia), se trata de inversiones onerosas y destinadas a durar mucho tiempo, ya que se destinan a operaciones financieras corporativas específicas, como cubrir los costes de una puesta en marcha, de la expansión de una empresa, de una reestructuración o de una adquisición; de ahí, de nuevo, la liquidez limitada de la inversión en cuestión.
  • Materias primas. Invertir en materias primas significa a) comprar físicamente un activo, b) suscribir un contrato de futuros. El sector es muy amplio y abarca desde los metales preciosos hasta los bienes energéticos, pasando por los productos agrícolas y los metales industriales. Algunas de ellas -explican los expertos en la materia- pueden ofrecer una cierta diversificación de la cartera, debido a su descorrelación con los mercados financieros tradicionales, aunque suelen ser por término medio más arriesgadas o complicadas de gestionar (baste pensar en los futuros o en la custodia física del oro).
  • Obras de arte, licores preciados y objetos de colección. ¿Por qué comprar un cuadro en una galería de arte, o una botella de whisky muy cara, o un sello o una moneda rara? La idea es sencilla: su valor puede aumentar con el tiempo. Pero no faltan los riesgos: hay que saber qué objetos son realmente valiosos, hay que apostar por los adecuados (los cuadros, los licores, los sellos, las monedas, etc., pueden revalorizarse pero también depreciarse), y a menudo es complejo encontrar compradores dispuestos a pagar una cantidad justa: hay que conocer a fondo el mercado en cuestión.
  • Deuda privada. Esta inversión surge de la necesidad de ciertos actores económicos de financiarse sin tener que recurrir a los canales tradicionales de préstamo, o de aquellos actores económicos que no pueden recurrir (con el mismo fin) a la emisión de obligaciones, por tratarse de empresas que no cotizan en los mercados: otros actores pueden entonces tener interés en conceder préstamos, en forma de proyectos de inversión, a cambio de intereses. En resumen, y en gran medida, se trata de un mercado de obligaciones alternativo en el que la deuda privada desempeña el papel de los bonos; suele ofrecer un interés medio más elevado que éstos, pero también conlleva mayores riesgos y menores niveles de liquidez que los bonos.
  • Infraestructuras. Los proyectos de inversión en servicios e instalaciones clave, como carreteras, puentes, aeropuertos y redes de agua y energía, son, según los expertos, capaces de devolver el dinero a los inversores a lo largo del tiempo; sin embargo, requieren grandes cantidades de capital de inversión inicial y la necesidad de inmovilizar ese capital durante mucho tiempo, ya que los horizontes de inversión son a largo plazo debido a su tamaño.
  • Criptodivisas y tokens digitales. Hay quien también incluye los criptoactivos, es decir, las monedas digitales como los bitcoins u otros activos basados en la tecnología blockchain (por ejemplo, las NFT), entre las inversiones alternativas; sin embargo, es evidente que se trata de activos especulativos, marcados por una volatilidad muy elevada.

¿Qué riesgos entrañan?

  • Poca liquidez. Vender una inversión alternativa rápidamente y a un precio justo no suele ser una tarea fácil: la ausencia de mercados altamente regulados, pero también el horizonte a largo plazo hacen que estas inversiones no gocen de la misma liquidez que activos tradicionales como las acciones o los bonos.
  • Complejidad y transparencia. El mecanismo sistemático de las cotizaciones de mercado, que se traduce en una actualización constante de los precios, no se aplica a las inversiones alternativas: son opacas y complejas de valorar; la ausencia de un precio de mercado dificulta, por tanto, la evaluación de sus riesgos y rendimientos potenciales.
  • Costes elevados. Esta complejidad conlleva también la necesidad de una gestión profesional, por lo que las comisiones y los costes de gestión de las inversiones alternativas son, por regla general, considerablemente más elevados que los de las inversiones tradicionales.
  • Alto riesgo de pérdidas. El riesgo de pérdidas de capital se vuelve especialmente elevado cuando uno se ve en la necesidad de liquidar las inversiones prematuramente, o se encuentra en posesión de activos que se caracterizan por una volatilidad inherentemente elevada.

¿Qué ventajas pueden ofrecer las inversiones en activos alternativos?

La existencia de activos alternativos y de inversores interesados en este mercado se explica por el papel que -como ya se ha mencionado- estos activos pueden asumir dentro de las carteras de los inversores institucionales o de los particulares con grandes patrimonios.

  • Diversificación. Como ya se ha mencionado, los inversores profesionales tienden a incluir inversiones alternativas en sus carteras con el objetivo de diversificar la cartera, debido a la baja, nula o inversa correlación de los activos alternativos con las inversiones tradicionales.
  • Perspectivas de alta rentabilidad. Los expertos en inversiones alternativas señalan inversiones que son ciertamente arriesgadas pero que tienen el potencial de generar rendimientos superiores a los de los mercados tradicionales en determinadas condiciones.
  • Protección contra la inflación. Invertir en activos reales como bienes inmuebles o materias primas puede ofrecer una protección contra la inflación, ya que algunos de ellos (como suele ocurrir con las casas y el oro, por ejemplo) tienden a aumentar de valor con el tiempo, precisamente por la disminución del poder adquisitivo asociada al dinero.

Fondos europeos de inversión a largo plazo (ELTIF)

Sin embargo, los pequeños inversores no están completamente excluidos de las inversiones en activos alternativos. Un ejemplo de ello son los ELTIF (Fondos Europeos de Inversión a Largo Plazo), es decir, vehículos de inversión regulados por la Unión Europea y cuyo objetivo es financiar inversiones en proyectos de infraestructuras o empresas que no cotizan en los mercados. Estos fondos siguen la normativa europea, que contiene criterios que aumentan su transparencia y garantizan algún tipo de protección a los inversores. Sin embargo, siguen caracterizándose por la búsqueda de mayores rendimientos en el mercado, a costa naturalmente de mayores riesgos, por lo que es aconsejable que los pequeños inversores, antes de tomar este tipo de decisiones, busquen la ayuda de un profesional de la inversión para comprobar que este tipo de activos se ajustan a sus objetivos de inversión y a su tolerancia personal al riesgo.

Lea también:

¿Cuáles son los principales estilos de gestión en comparación con el Benchmark?

¿Qué son los derivados financieros? Futuros, forwards, opciones y swaps

MoneyController también le ofrece